TRABAJO REALIZADO POR: ALMUDENA CASADO
DEFINICIONES:
DEFINICIONES:
-La violencia
de género es el tipo de violencia física o psicológica ejercida contra
cualquier mujer por el mero hecho de serlo, teniendo ésta distintas
manifestaciones. Sin embargo, debido a la amplitud que abarcan las distintas
formas de violencia y a que no todos los estudios se enfocan en las
definiciones, identidades y relaciones de género, no toda la violencia contra
la mujer puede identificarse como violencia de género, ya que por definición,
el término hace referencia a aquel tipo de violencia que socava sus raíces en
las relaciones y definiciones de género dominantes existentes en una sociedad,
por lo que es habitual que exista cierta confusión al respecto.
-Todo acto de
violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener
como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la
mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación
arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada (“Artículo
1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Naciones Unidas, 1994).
-Susana
Velázquez (2003) amplía la definición de violencia de género: Abarca todos
los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las
mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y
simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad
moral y/o física.
- La violencia
de género se produce fundamentalmente cuando existen vínculos afectivos o de
parentesco o relaciones de poder en el entorno laboral. Normalmente, el agresor
es un conocido, de ahí la reincidencia de los episodios.
-En la Cuarta
Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) se reconoció que “la
violencia de género procede de la desigualdad entre hombres y mujeres, siendo
el resultado de la creencia alimentada por la mayoría de las culturas, de que
el hombre es superior a la mujer con quien vive, que es posesión suya y que
puede ser tratada como él juzgue adecuado” (IV Conferencia mundial de la ONU
sobre las mujeres, Beijín, 1995). La violencia de género nace, pues, de la
desigualdad cultural y social entre hombres y mujeres. Es común a muchas sociedades,
aunque en cada una puede adoptar formas distintas.
-Existe una
relación entre violencia, poder y roles de género (Susana Velázquez, 2006).
Aunque la sociedad va cambiando, los estereotipos acerca de los roles asociados
a cada género han aludido a una
supremacía del hombre con respecto a la mujer, al haber asignado a los hombres,
a lo largo de la historia, valores como el dominio, el poder y el control
frente a la sumisión y dependencia de
las mujeres, lo que, a largo plazo, puede llevar al uso de la violencia como un
instrumento para mantener su autoridad. La violencia sería consecuencia de un
desequilibrio de poder dentro de la pareja.
- El hombre,
por su constitución física, tenía la labor fundamental de la caza y la guerra,
mientras que la mujer tenía el cuidado de la prole. Mientras que para el hombre
el desarrollo de la violencia era positivo para su labor, para la mujer lo era
la capacidad verbal, para poder evitar la violencia que únicamente podría
perjudicarla físicamente a ella y a su prole y comunicarse con su entorno,
normalmente otras mujeres en su misma situación. Estas diferencias se han
plasmado en la diferentes capacidades de hombre y mujeres, los hombres con la
fuerza física y una mejor capacidad visoespacial y las mujeres con mejor fluidez
verbal y miedo a la violencia física.
-Estas
diferencias físicas han dado lugar a una
división del trabajo entre hombres y mujeres que se ha perpetuado, aunque ahora
no es necesario cazar para comer y la violencia física ya no se da de forma
habitual en nuestra sociedad y la división de trabajo entre hombres y mujeres
tampoco se da, ya que la mujer hace lo mismo que el hombre, porque la fuerza
bruta ya no tiene un papel en la producción. Por eso, aunque las diferencias
debidas al sexo siguen existiendo, las diferencias debidas al género, es decir,
las debidas al rol social que desempeñan, se van diluyendo.
-Sexismo:
Asignación de valores, capacidades y roles diferentes a hombres y mujeres
exclusivamente en función de su sexo.
-Machismo:
actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres.
- Feminismo:
movimiento que exige para las mujeres los mismo derechos que los hombres.
Tipos de violencia:
· Física. La violencia física es aquella que puede ser percibida
objetivamente por otros, que más habitualmente deja huellas externas. Se
refiere a empujones, mordiscos, patadas, puñetazos, etc, causados con las manos
o algún objeto o arma. Es la más visible, y por tanto facilita la toma de
conciencia de la víctima, pero también ha supuesto que sea la más comúnmente
reconocida social y jurídicamente, en relación fundamentalmente con la
violencia psicológica.
· Psicológica. La violencia psíquica aparece
inevitablemente siempre que hay otro tipo de violencia. Supone amenazas,
insultos, humillaciones, desprecio hacia la propia mujer, desvalorizando su
trabajo, sus opiniones... Implica una manipulación en la que incluso la
indiferencia o el silencio provocan en ella sentimientos de culpa e
indefensión, incrementando el control y la dominación del agresor sobre la
víctima, que es el objetivo último de la violencia de género.
· Dentro de esta categoría podrían incluirse
otros tipos de violencia que llevan aparejado sufrimiento psicológico para la
víctima, y utilizan las coacciones, amenazas y manipulaciones para lograr sus
fines.
· Se trataría de la violencia “económica”, en
la que el agresor hace lo posible por controlar el acceso de la víctima al
dinero, tanto por impedirla trabajar de forma remunerada, como por obligarla a
entregarle sus ingresos, haciendo él uso exclusivo de los mismos (llegando en
muchos casos a dejar el agresor su empleo y gastar el sueldo de la víctima de
forma irresponsable obligando a esta a solicitar ayuda económica a familiares o
servicios sociales).
· También es habitual la violencia “social”,
en la que el agresor limita los contactos sociales y familiares de su pareja,
aislándola de su entorno y limitando así un apoyo social importantísimo en
estos casos.
· Sexual. “Se ejerce mediante presiones físicas o psíquicas que
pretenden imponer una relación sexual no deseada mediante coacción,
intimidación o indefensión” (Alberdi y Matas, 2002). Aunque podría incluirse
dentro del término de violencia física, se distingue de aquella en que el
objeto es la libertad sexual de la mujer, no tanto su integridad física. Hasta
no hace mucho, la legislación y los jueces no consideraban este tipo de
agresiones como tales, si se producían dentro del matrimonio.
CICLO DE LA VIOLENCIA FÍSICA.
-Lenore
Walker definió el Ciclo de la violencia a partir de su trabajo con mujeres, y
actualmente es el modelo más utilizado por las/los profesionales.
-El ciclo
comienza con una primera fase de Acumulación de la Tensión, en la que la
víctima percibe claramente cómo el agresor va volviéndose más susceptible,
respondiendo con más agresividad y encontrando motivos de conflicto en cada
situación.
-La segunda
fase supone el Estallido de la Tensión, en la que la violencia finalmente
explota, dando lugar a la agresión.
-En la
tercera fase, denominada de “Luna de Miel” o Arrepentimiento, el agresor pide
disculpas a la víctima, le hace regalos y trata de mostrar su arrepentimiento.
Esta fase va reduciéndose con el tiempo, siendo cada vez más breve y llegando a
desaparecer. Este ciclo, en el que al castigo (agresión) le sigue la expresión
de arrepentimiento que mantiene la ilusión del cambio, puede ayudar a explicar
la continuidad de la relación por parte de la mujer en los primeros momentos de
la misma.
-Este ciclo
pretende explicar la situación en la que se da violencia física, ya que la
violencia psicológica no aparece de manera puntual, sino a lo largo de un
proceso que pretende el sometimiento y control de la pareja.
CONSECUENCIAS PSICÓLOGICAS PARA LA MUJER MALTRATADA.
-El síndrome
de la mujer maltratada, definido
por Walker y Dutton se define como una adaptación a la situación aversiva
caracterizada por el incremento de la habilidad de la persona para afrontar los
estímulos adversos y minimizar el dolor, además de presentar distorsiones
cognitivas, como la minimización, negación o disociación; por el cambio en la
forma de verse a sí mismas, a los demás y al mundo. También pueden desarrollar
los síntomas del trastorno de estrés postraumático, sentimientos depresivos, de
rabia, baja autoestima, culpa y rencor;
y suelen presentar problemas somáticos, disfunciones sexuales, conductas
adictivas y dificultades en sus relaciones personales.
-Enrique
Echeburúa y Paz del Corral equiparan
estos efectos al trastorno de estrés postraumático, cuyos síntomas y
características, sin duda, aparecen en algunas de estas mujeres:
re-experimentación del suceso traumático, evitación de situaciones asociadas al
maltrato y aumento de la activación. Estas mujeres tienen dificultades para
dormir con pesadillas en las que reviven lo pasado, están continuamente alerta,
hipervigilantes, irritables y con problemas de concentración. Además, el alto nivel de ansiedad genera
problemas de salud y alteraciones psicosomáticas, y pueden aparecer problemas
depresivos importantes.
Desarrollo del síndrome de la mujer maltratada
Marie-France
Hirigoyen diferencia entre dos fases en
las consecuencias, las que se producen en la fase de dominio y a largo plazo.
-En la
primera fase, la mujer está confusa y desorientada, llegando a renunciar a su
propia identidad y atribuyendo al agresor aspectos positivos que la ayudan a
negar la realidad. Se encuentran agotadas por la falta de sentido que el
agresor impone en su vida, sin poder comprender lo que sucede, solas y aisladas
de su entorno familiar y social y en constante tensión ante cualquier respuesta
agresiva de su pareja.
Marie-France
Hirigoyen habla de consecuencias a largo plazo refiriéndose a las etapas por
las que pasan las víctimas a partir del momento en que se dan cuenta del tipo
de relación en la que están inmersas. Durante esta fase, las mujeres pasan un
choque inicial en el que se sienten heridas, estafadas y avergonzadas, además
de encontrarse apáticas, cansadas y sin interés por nada. Teoría de la
indefensión aprendida
La Teoría de la Indefensión Aprendida,
formulada en su inicio por el psicólogo Martin Seligman (Seligman, 1967), nos
ayuda a entender por qué la mujer permanece en una situación de maltrato. Según
este autor la indefensión es un "estado psicológico que se produce
frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables".
En el caso de
la violencia doméstica, ante la falta de resultados que siguen a sus intentos
por terminar con la situación de maltrato, la mujer aprende que haga lo que
haga será castigada y la violencia no desaparecerá, lo que, a la larga, la
lleva a un estado de desesperanza y apatía que hace que deje de intentar
cambiar la situación en la que vive y no rompa con el maltratador.
Síndrome de adaptación paradójica (SAPVD)
El Síndrome de Adaptación Paradójica,
planteado por Montero (A. Montero, 2001), es una aplicación del llamado
Síndrome de Estocolmo al ámbito de la violencia doméstica. Explica cómo las
mujeres víctimas de violencia de género desarrollan un paradójico vínculo
afectivo con el maltratador, “llegando a asumir las excusas esgrimidas por el
agresor tras cada episodio de violencia y aceptando sus arrepentimientos,
retirando denuncias policiales”. Se describe el SAPVD como un conjunto de
procesos psicológicos que por medio de la respuesta cognitiva, conductual y
fisiológico-emocional culmina en el desarrollo de un vínculo interpersonal de protección
entre la víctima y el agresor (Montero, 2001), es decir, la mujer crea un
vínculo afectivo con su agresor que impide que abandonarle o denunciarle.
-Se alcanza a
través de 4 fases:
•Fase desencadenante. Comienza con la
primera agresión física. La relación sentimental deja de ser un espacio seguro
y de confianza. Consecuencias: ansiedad,
accesos ocasionales de ira, estado permanente de alerta, provocado por el miedo
a que se repita el incidente. Posteriormente, la mujer sufrirá depresión, ante
su incapacidad de cambiar el contexto, el sentimiento de pérdida y la
acumulación de emociones negativas.
•Fase de
reorientación. La sensación de inseguridad en un lugar que se supone fuente
de confort y seguridad (el hogar), unida a la sensación permanente de miedo y
de incertidumbre ante el hecho de que la amenaza provenga de alguien que ella
eligió para compartir su vida, provoca desorientación e incertidumbre en la
víctima. Consecuencias en la autoestima
y en su propia identidad. deterioro
psicofísico de la víctima; estado crónico de ansiedad y estrés, intensos
sentimientos de culpa y vergüenza.
•Fase de
afrontamiento. La víctima trata de afrontar la situación, lo que dependerá
de cómo perciba sus propios recursos,
del apoyo social disponible y de su estado psicofisiológico en general. Al
producirse las agresiones sin ningún orden prefijado, la víctima no puede
desarrollar estrategias de control, aumentando la sensación de incertidumbre y
confusión. Consecuencias: estrés crónico, aumento del estado depresivo, de los
sentimientos de culpa y vergüenza, embotamiento emocional y aumento de las
conductas de pasividad e indefensión.
•Fase de
adaptación. En esta
fase, la víctima se adapta (paradójicamente) a la violencia de su agresor. Ante
la incapacidad de hacer uso de sus propios recursos o solicitar ayuda al
exterior aprende la situación hostil seguirá haga lo que haga (indefensión
aprendida), lo que la llevará a adaptarse a la situación desarrollando un
vínculo paradójico con el maltratador, mediante un proceso de identificación
traumática, a través del cual sólo aceptará sus aspectos positivos
(arrepentimiento, excusas, promesas, etc.), desechando los negativos y
desplazando la culpa hacia elementos externos al maltratador (O’Leary et al,
1989).
Consecuencias:
a partir de este momento, toda la información y que lleguen a la mujer pasarán
por el filtro del nuevo modelo mental que ha asumido (Montero, 2001), lo que
dificultará que ponga fin a su situación.
Consecuencias físicas para la mujer maltratada.
La violencia contra la mujer se ha convertido
en un factor esencial en el deterioro de su salud, ya que afecta tanto a nivel
físico, como psicológico y social, por lo que se ha declarado como prioridad de
salud pública en todo el mundo (OMS, 1996).
La violencia
por parte de la pareja puede afectar de diversas formas. En general, la mujer
maltratada tiene más problemas de salud que otras mujeres. También,
empeora aquellos problemas de salud que tuviera anteriormente (Mc
Cauley, 1999). Es la tercera causa de pérdida de años saludables en la vida de
la mujer, después de la diabetes y los problemas relacionados con el parto
(Lorente, 2001).
-Dado el carácter reiterativo de los episodios
violentos puede incrementarse el riesgo de sufrir síntomas físicos:
•Variados: cefaleas, dolores crónicos,
alteraciones funcionales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, síndrome
del colon irritable …
•Síntomas
sexuales: dispareunia, falta de deseo, vaginismo o anorgasmia.
•Heridas,
fracturas y lesiones, que van desde pequeñas contusiones hasta incapacidad
severa y muerte.
Consecuencias
en la salud reproductiva.
•Embarazos no deseados, abortos,
complicaciones durante el embarazo, parto prematuro, bajo peso al nacer o
infertilidad.
•Mayor riesgo
de padecer a enfermedades de transmisión sexual, como el VIH o el virus del
papiloma humano.
•Dolor
pélvico crónico, flujo vaginal y/o problemas premenstruales.
•En una investigación llevada a cabo por Coker,
A.L. y cols. (2000), las mujeres que alguna vez experimentaron violencia por
parte de su pareja íntima presentaban un mayor riesgo de desarrollar cáncer
cervical invasor y neoplasia cervical
preinvasora, ya fuera a causa del estrés psicosocial crónico o por la
transmisión del virus del papiloma humano durante los episodios de agresión
sexual.
Además, el estrés asociado a una situación
crónica de maltrato puede llevar a la mujer a realizar conductas perjudiciales
para su salud, como abusar del alcohol y otras sustancias, tabaquismo y
trastornos de la conducta alimenticia (Koss y col., 1991).
Se sabe que
estas mujeres acuden al médico con más frecuencia que otras y que muchas de
ellas admiten ser víctima de abusos en las consultas, de ahí la importancia de
capacitar a los trabajadores de Atención Primaria a detectar el abuso,
reaccionar de una manera comprensiva y derivar cuando sea necesario (Heise, L.,
1996). También deben saber aconsejadas acerca de su seguridad y las opciones
que pueden considerar en el ámbito legal (Hyman, A., 1996).
·
Algunos mitos que
contribuyen a que la violencia contra la mujer se mantenga:
1) Es mejor
que la mujer aguante al lado de su pareja por los hijos.
2) El
maltrato es un asunto privado de la familia y nadie debe inmiscuirse
3) Con el
tiempo el maltratador cambiará.
4) Se da en
casos raros y aislados
5) El
maltrato psicológico no es tan grave como el maltrato físico
FIGURA DEL MALTRATADOR:
No existe un perfil de maltratador. Puede ser
cualquier persona que utilice el maltrato con su pareja con el fin de dominarla
o controlarla, pudiendo ser encantador e incluso seductor en otros contextos.
Gran parte de los estudios más recientes coinciden en este punto (Amor,
Echeburúa y Loinaz, 2009; Eckhardt, Samper y Murphy, 2008; Fernández-Montalvo,
Echeburúa y Amor, 2005; Johnson, Gilchrist, Beech, Weston, Takriti, y Freeman,
2006; Scott, 2004; Stanford, Houston y Baldridge, 2008).
En la actualidad existen diversas perspectivas
teóricas que tratan de explicar por qué una persona llega a maltratar a su
pareja. Algunas de ellas consideran el maltrato a partir de las características
del agresor y otras a partir de la
interacción de pareja. También existen otras más globales, como el modelo
ecológico de Bronfenbrenner, adaptado a este contexto (Dutton, 1981) que
proponen cuatro niveles de análisis (macrosistema,
que incluye las creencias y valores de la cultura patriarcal; ecosistema,
compuesto por la comunidad más próxima y las instituciones sociales;
microsistema, referido a las relaciones de la persona con su entorno cercano,
como la familia, la pareja… e individual, referido a los factores individuales)
y otras perspectivas más sociológicas (Echeburúa, Amor, P. J., Corral, 2009).
- Entre las
características que se han visto más asociadas a la figura del maltratador
caben destacar las siguientes:
•alta necesidad de control y poder.
Recurriendo a la violencia si hace falta para dominar a la mujer.
•problemas de
posesividad y celos. Cree que la mujer le pertenece y siente frustración ante
la posibilidad de perderla, le falte el respeto u ofenda su masculinidad.
•baja
autoestima
•déficit del
control de impulsos
•irritabilidad
•dificultad
para expresar sentimientos y emociones
•falta de
control sobre la ira
•baja
tolerancia a la frustración
•cambios
bruscos de humor
•ideas
distorsionadas acerca de la mujer. Comportamiento sexista
•déficit en
la resolución de problemas. Resolución hostil de los conflictos.
•maltrato a
otras mujeres
•atribución
externa de sus errores
•normalidad
aparente de cara al exterior
•justifica
y racionaliza su conducta violenta.
(Ferreira, 1992, Echeburua y Corral, 1998;
Garrido 2001, Lorente, 2004)
No obstante, si bien los principales
resultados indican que los agresores suelen presentar con frecuencia estas
características, es importante resaltar que también hay otras personas que las
presentan y no ejercen el maltrato. En este contexto, las idas irracionales del
maltratador con respecto al rol de la mujer y su necesidad de tener las cosas
bajo control, les hacen interpretar determinadas situaciones y comportamientos como desafiantes u ofensivas, provocándoles
frustración y sensación de pérdida de control.
La falta de habilidad para expresar sus sentimientos y para no dejarse
llevar por sus impulsos puede favorecer el uso de la violencia con el fin de
doblegar a su pareja. De esta forma, consigue que haga lo que él quiere y la
conducta violenta se ve reforzada positivamente. Este carácter reforzador puede llevar a una
persona a seguir ejerciendo el maltrato.
El maltratador es responsable del maltrato.
Sólo una pequeña parte (en torno al 20%) presenta propiamente un trastorno
mental (Dutton y Golant, 1997; Sanmartín, 2000, 2002; Echeburúa y Corral, 2002;
Klein y Tobin, 2008). En esos casos, los más frecuentes serían la psicosis (con
ideas delirantes de celos y persecución) y el consumo abusivo de alcohol y
drogas (Caetano, Vaeth y Ramisetty-Milker, 2008). También algunos trastornos de
personalidad pueden favorecer la aparición del maltrato, como es el caso del
trastorno borderline (Fernández-Montalvo y Echeburúa, 2008; Huss y Langhinrichsen-Rohling,
2006), el paranoide, el narcisista (Rojas Marcos, 1995) y la psicopatía,
caracterizada por la falta de empatía en las relaciones interpersonales, la
manipulación o la ausencia de remordimiento ante el dolor causado.
Sin embargo, en todos los maltratadores
aparecen alteraciones psicopatológicas (falta de control de impulsos, falta de
habilidad en el manejo de las emociones, celos patológicos, dificultades en la
comunicación, irritabilidad, etc.) y distorsiones cognitivas en relación con el
papel social de la mujer y con la legitimación del uso de la violencia, así
como con la aceptación de la responsabilidad del maltrato (Madanes, Keim y
Smelser, 1998).
En cuanto a
los tipos de hombres violentos contra la pareja, existen múltiples estudios
que, en general, tienden a coincidir (Amor, 2009). Normalmente la agrupación se
realiza en función de la gravedad y extensión de la violencia y las
características psicopatológicas de los agresores (Holtzworth-Munroe y Stuart,
1994; Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1997).
Actualmente el debate gira en torno a dos
ideas: si todos los hombres que maltratan lo hacen para dominar a sus parejas y
si la violencia de pareja es una cuestión de género o un problema de relaciones
interpersonales (Echeburúa, J. Amor, Corral,2009).
·
¿QUE HACER SI TE
MALTRATAN?
Llamar al número de teléfono
teléfono de atención,
asesoramiento y ayuda efectiva para casos de violencia contra las mujeres, en
el ámbito doméstico..
La llamada es gratuita
NO deja rastro ni en el teléfono ni en la factura.
·
¿DONDE ACUDIR?
-Programa
de teleasistencia móvil para las víctimas de la violencia de género
El servicio de Teleasistencia móvil para las víctimas de
la violencia de género es una modalidad de servicio que, con la tecnología adecuada,
ofrece a las víctimas que cuenten con orden de protección una atención
inmediata y a distancia, asegurando una respuesta rápida a las eventualidades
que les puedan sobrevenir, las 24 horas del día, los 365 días del año y sea
cual sea el lugar en que se encuentren (permite descarga de formularios).
-Denuncias
en línea
Se puede realizar una denuncia en línea ante la policía
nacional a través de Internet. Posteriormente, se puede comprobar en la Web el
estado de tramitación de la denuncia y elegir la comisaría en la que se desea
firmar para darle validez jurídica (presentación telemática con certificado
digital; contiene formulario online).
-Comisión
para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres – www.malostratos.org -http://www.porquetecallas.es/
PREVENCIÓN:
El principal
camino para acabar con la violencia de género es la prevención. Esto incluye,
por supuesto, un cambio global en la forma de ver las relaciones entre mujeres
y hombres, un cuestionamiento de los roles sociales y estereotipos, del
lenguaje, etc. Estos cambios deben partir de las personas adultas con el
objetivo de que se transmitan eficazmente a niños y niñas.
Además, tu
puedes prevenir y evitar implicarte en una relación que puede llegar a ser violenta:
· En primer lugar, detectar manipulaciones,
aproximaciones no solicitadas, desconfiar de promesas que no tienen sentido en
un momento de la relación, tener claro que decir que “no” a algo no es
negociable, alejarse cuando esa persona que se te acerca tratando de hacerte
ver que tenéis mucho en común o que le debes algo. Para todo esto es muy
importante confiar en tu intuición, en las sensaciones de desasosiego que te
producen. Cuando conoces a alguien le evalúas igualmente, valoras si esa persona
encaja contigo; solo es importante que a partir de ahora incluyas también estos
puntos si quieres prevenir encontrarte en una relación violenta. Valora sus
ideas sexistas, cómo fueron sus relaciones anteriores (si rompió él o no, cómo
habla de ellas…), etc.
· Además, valora tus propias ideas respecto
al amor y la pareja, el papel de la mujer en la misma, a qué se debe renunciar
por amor.., etc.
· Y ante todo, conociéndote a ti misma y
teniendo claros tus valores. Si los valores de la otra persona entran en
conflicto con los tuyos, debes saber reconocerlo y no aceptar en ningún caso
renunciar a aquello que es importante para ti.
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